B. Material imprescindible (cont.)
En capítulos anteriores analizamos someramente la indumentaria que tendríamos que vestir y la mochila más adecuada a nuestra aventurilla. Es el turno de filosofar sobre una necesidad básica que tendremos en cuanto salgamos de casa (los ricos incluso dentro de ella).
B.2. Orientación
Antes de llenar de chuminadas y majaderías la mochilona enorme que nos hemos comprado vamos a detenernos unos momentos en algo que se suele pasar por alto en el 90% de las excursiones, salidas y rutas. Todos somos muy listos, todos conocemos la zona que vamos a patear y todos sabemos ir de un sitio a otro sin problemas. «Si, hombre, me voy a perder yo… pero si ese camino lo he hecho mil veces«.
Insisto, seamos humildes. Perderse es muy fácil; enormemente fácil. Uno puede ir por un sendero trillado, subirse a una piedra que está a 10 metros del camino para disfrutar del panorama, girarse, dar tres pasos hacia otro ventajoso punto de vista y… de repente, no saber dónde está el camino. Y entonces da inicio el conocido protocolo absurdo de desechar las opciones más razonables y echar a andar con paso decidido por un vericueto que no nos suena de nada, pero que «joder, tiene que estar por ahí, seguro«. Sigues por la trocha hasta que ésta desaparece, se confunde el camino, se desdibujan las trazas y estás perdido. Prometo que esto sucede con una facilidad pasmosa. Si hay niebla, lluvia, nieve o simplemente la estación es otra de la última vez que anduvimos por ahí todo esto se puede precipitar en menos de dos minutos. Perderse es algo extraordinariamente fácil. La mayor parte de las ocasiones el despiste no nos conducirá a un desastre, dado lo humanizado de nuestro entorno. Pero en parajes más silvestres la cosa se puede complicar en muy poco tiempo. Lo digo por experiencia.
Si comenzamos a triscar por la montaña hay que saber que antes o después nos perderemos. Esto puede ser aterrador o motivador, según las circunstancias y nuestra actitud. Uno puede venirse abajo y otro empezar a disfrutar de verdad.
Hay personas que para hacer una ruta se informan, estudian el terreno, preguntan, revisan paneles informativos, refrendan los datos con los mapas y las guías, están atentos a desvíos, hitos, balizas, consultan brújula y GPS y, con el tiempo… terminan perdiéndose como todo el mundo.
El simple hecho de adentrarse en un bosque de pinos por un senderillo es un acto que no todo el mundo está dispuesto a realizar. Alejarse de la civilización, de la carretera, del coche, de la seguridad de nuestro mundo occidental es algo que paraliza de miedo a un porcentaje enorme de la población.
Hay otras personas más exploradoras que no ven nada aterrador en salirse del camino, en ir a mirar qué hay más allá o a subir por esa ladera para ver qué surge al otro lado. Personalmente, me incluyo en este grupo, que no es ni mejor ni peor que el anterior. Sólo que las personas del primer colectivo tenderán a realizar rutas supertrilladas, más que seguras y no permitirán el más mínimo desvío del plan inicial. Eso hay que tenerlo en cuenta si vamos en grupo porque se pueden producir situaciones muy conflictivas y de auténtico pánico. Otra vez, lo digo por experiencia.
Cuando la ruta sea desconocida para los integrantes o transcurra por zonas poco señalizadas, campo a través, con posibilidad real de equivocarse y tener que buscar pasos alternativos, etc., es importante que antes de iniciarla, todos estén convencidos de querer hacerla, no sientan «fobia a perderse» y cuenten con cierta experiencia en la orientación en la naturaleza. Y por último, y quizás lo más importante, que todos estén preparados por si hay que pasar más tiempo del planificado en la zona e incluso pernoctar.
Creo que antes o después nos perderemos. Lo que hay que procurar es que ese estado de perdición sea lo menos largo posible y nada lesivo para nuestras vidas. Los hábitos que he comentado en un párrafo anterior sobre la gente responsable deberían ser obligatorios para todo aquel que salga a la naturaleza. La aventura empieza en casa, con una reseña en un libro de rutas, en una guía de ascensiones, en un artículo personal de alguien que nos cuenta un camino que ha seguido. Luego vienen los mapas, que para mí son algo precioso siempre y que no me canso de mirar. Disfruto enormemente los días previos a una salida imaginando mi camino en el mapa. Previendo las dificultades, los lugares de visita obligada, los puntos de agua o descanso, las vías de escape si las cosas se tornan malas… Un mapa es aventura siempre y deberíamos tener una buena colección de las zonas que visitamos.
Todos sabemos que el Ejército Español confecciona unos mapas muy precisos de todo el territorio. Son baratos y abarcan cualquier lugar que queramos visitar. El Instituo Geográfico Nacional hace lo propio y también son muy sencillos de conseguir. En zonas de montaña, y en especial de nuestro Guadarrama, la Editorial Alpina y la Tienda Verde tienen todo lo que podamos necesitar. Lo malo de tener 3 ó 4 mapas de la zona es comprobar que… no son iguales.
Este verano estaba en un punto del arroyo de la Angostura delante de una baliza en el terreno, consultaba dos mapas de montaña y un tercero de los editados por el P.N. de Peñalara y miraba la realidad, miraba los mapas…¡y no sabía qué hacer! Hay zonas que están muy cambiadas, senderos que se han abierto nuevos y otros que han desaparecido totalmente o, lo que es peor, que desaparecen en medio de la espesura o de unos canchales… y ahí te quedas tú, mirando el mapa como un tonto diciendo: «Joder, pero si aquí viene claramente un camino«. Y lo hubo en los años 60, pero ahora se ha cerrado por la vegetación, o los animales han abierto otro cercano y se ha dejado de usar… Complicado orientarse y sencillo despistarse. Y qué decir de las fuentes, mi demonio personal. Un símbolo en el mapa parece la salvación… que no llega, que no encuentras, que no está.
Aún así, llevar con nosotros un mapa es obligatorio. En ocasiones podemos creernos perdidos, pero si nos serenamos, consultamos el mapa y podemos reconocer dos o tres puntos clave (un embalse, dos picos conocidos, un pueblo, un cordal o un colladito) podemos enseguida saber por dónde andamos con bastante precisión. En la mayor parte de los casos será suficiente para marcar un rumbo aproximado que nos devuelva a zona despejada o conocida.
Truco: evitaremos llevar el mapa de la zona concreta que vamos a visitar… y nada más. Si nos despistamos o nos perdemos, puede sernos de mucha utilidad conocer zonas limítrofes y su geografía. Nada puede ser más lamentable que nuestro mapa se corte justo en la ladera que hemos tenido que tomar como única opción debido a la ventisca que se ha producido en el camino que estábamos siguiendo. Llevaremos mapa, pero no nos servirá de nada. No imprimas o fotocopies sólo la ruta estricta que pienses recorrer: acostúmbrate a tener mapas complementarios de toda la zona y prevé posibles escapes de la ruta principal.
Cuando uno está en la naturaleza se encuentra en muchas ocasiones en un estado que no es perdido, pero se le parece bastante. Es algo un tanto ambiguo que tiene mucho encanto si se tiene el humor para verlo. La idea de estar «más o menos por aquí» y de que nuestro siguiente punto tendría que estar «más o menos por ahí» es bastante bonito si uno lo piensa detenidamente. En un porcentaje alto de los casos esa aproximación será más que suficiente para salir de cualquier situación.
Por el contrario, si buscamos unos hitos que nos guían en una cresta complicada, si necesitamos rodear un barranco peligroso por el único paso que hay o tenemos que encontrar un refugio en la noche, la cosa cambia. Hemos de ser muy precisos y debemos huír de la ambigüedad. El uso correcto de la brújula o de sistemas GPS serán primordiales.
En todos los manuales de montaña, de senderismo y de supervivencia existe un capítulo dedicado al uso de la brújula y otro a los medios de los que disponemos para sustituirla si no disponemos de una.
En el siguiente enlace de la Revista Oxígeno se puede acceder a un:
Creo que jamás he coincidido con otra persona en el grupo que llevara brújula. Se omite este aspecto, no sé muy bien por qué. Quizás porque uno quiere disfrutar de la naturaleza, de las bellezas que lo rodean, del esfuerzo físico y de los momentos irrepetibles que puede obtener; y lo que menos apetece es ponerse con limbos, declinaciones magnéticas y zarandajas que no tienen nada que ver con recorrer la cuerda de una sierra o con ascender a tal picacho. Es comprensible.
Y ahora es mucho más fácil tirar de GPS y descargarse un track en un foro de Internet y simplemente seguir la flecha que nos muestra el camino hacia el siguiente waypoint. Totalmente comprensible.
Yo aconsejo conocer un uso básico de la brújula y llevar una sencilla con nosotros. Aunque sea de manera general, nos puede marcar un rumbo aproximado a seguir y proporcionarnos cierta seguridad: el hecho de tener algo que seguir en un momento de miedo puede serenarnos lo suficiente como para pensar con claridad y tomar decisiones acertadas. Sin ese rumbo recto y objetivo que podemos consultar a cada momento, nuestro camino se hace cada vez más errático, nos cansaremos mucho, caminaremos en círculos y el ánimo del grupo se puede venir abajo. Si al principio pululábamos en ese borroso margen de estar un poco perdidos, en cuanto el pánico se apodere de nosotros y echemos a andar en cualquier dirección, los márgenes se harán muy claros: estaremos muy perdidos.
No es este el lugar para ofrecer clases de orientación con brújula y GPS. Se imparten cursos en muchos lugares de montaña y existen manuales y libros de todo tipo. Lo que nos tiene que quedar muy claro es que llevar brújula y GPS no es obligatorio si no se conoce su uso. De hecho, puede ser contraproducente usar un GPS mal: nos encabezonaremos en seguir una dirección aunque todo a nuestro alrededor muestre que estamos en otro sitio. Se puede llegar al caso grotesco de que el tío del GPS diga: «¡Joder, si tenemos que estar en la misma cima del Cerro Mostrenco!» y que el grupo se encuentre en una ladera salvaje de un barranco intransitable. El mozo con su juguete nuevo insistirá una y otra vez hasta que alguien con más cabeza le dé una hostia al GPS (y al dueño) y reconduzca al grupo a la realidad: «¡Estamos aquí!»
Aquí es un lugar concreto. Es donde estaremos en cada momento. Eso es real. No es un mapa, ni unas coordenadas UTM, ni un waypont ni nada parecido. Es algo físico, real, tangible. Un aquí y un ahora. Se le puede poner nombre geográfico o no tener la más remota idea. Pero existe y es nuestra realidad. Aceptar la realidad es un acto valiente siempre en la vida. No solemos vivir en la realidad, sino en mundos ficticios que nos inventan para dominarnos o que nosotros mismos creamos para no volvernos locos del todo. Pero si uno está en ese barranco perdido, con mal tiempo, anocheciendo, sin equipo suficiente e insiste en seguir morando en mundos ficticios, la tragedia será inminente. Sólo aceptando la realidad se puede sobrevivir.
Filosofías zen aparte, recomiendo una lectura detallada de algún capítulo de uso básico de la brújula y estudiar con detenimiento el mapa de la zona donde vayamos a ir. El hecho de haber memorizado las cimas principales, los collados y algún otro elemento geográfico curioso nos podrá permitir echar un vistazo alrededor y poder distinguir alguno de ellos.
Una vez me perdí en La Pedriza, pero no un poco, sino totalmente perdido. Jamás había ido por esa zona; había empezado a trepar y dejé de ver el siguiente punto de control. Eché la vista atrás y no vi el lugar por donde debería estar el anterior. En ese instante uno debe ser capaz de reaccionar correctamente y volver sobre sus pasos antes de que las cosas se vuelvan más serias. No lo hice. Seguí trepando. No había marcas. Llegué a un punto en el que destrepar se hacía cada vez más difícil y sólo podía seguir internándome en ese caos de granito que no me llevaba a ninguna parte. Alcancé el punto de no retorno: ya me era imposible destrepar sin matarme y, de conseguirlo, tampoco sabría regresar por donde había venido. Un desastre. Y es cuestión de minutos, lo aseguro. Sin embargo, el conocimiento anterior que tenía de los riscos, tolmos y paredes de la Pedriza me permitieron posicionarme en el mapa. En un lugar abierto vi El Pájaro y algunos riscos más y supe «más o menos» donde estaba yo. Eso me tranquilizó bastante. Ya no estaba perdido: sólo me había despistado y apartado del camino principal. Es algo que te concede un respiro y te permite pensar. Y aunque me dejé un poco de sangre en el trayecto, conseguí llegar a un camino que, aunque no lo había pateado nunca, identifiqué perfectamente en cuanto llegué a él porque me había situado correctamente en la realidad. Y de la realidad pasé al mapa, Y el mapa me condujo a la siguiente realidad.
De manera que considero que un mapa es obligatorio; brújula y GPS serán muy útiles si sabemos usarlos. Si no tenemos ni idea, compararemos el mapa con la realidad, buscando aquellos accidentes geográficos que podamos identificar sin ninguna duda y triangularemos.
Truco: es importante conocer los diferentes perfiles que tienen los picos principales. Podemos reconocer sin pestañear la cara sur de la Maliciosa porque la vemos desde la carretera, sale en muchos cuadros y es hermosísima. Pero vista desde el norte, o del noreste, es completamente distinta. Cuantas más rutas hagamos mayor será nuestro repositorio de imágenes, hasta formar una biblioteca inconsciente de la que podremos tirar en momentos críticos.
En muchos casos será más importante que la brújula contar con unas buenas reseñas de la ruta. Hay magníficos libros que nos guían por caminos, ascensiones y travesías de todas las zonas que podamos desear. Bien es cierto que podemos descubrir nosotros rincones mágicos que se apartan de lo más trillado. Pero nuestro país está muy humanizado y no será fácil abrir nuevas rutas, sobre todo si somos novatos. Dejarse guiar por montañeros expertos que se han pateado desde hace décadas el lugar por donde nosotros damos los primeros pasos no es mal consejo. Domingo Pliego y Manuel Rincón son montañeros experimentados y grandes conocedores de Guadarrama (Pliego es responsable de la señalización de la Integral de la Pedriza, por ejemplo) y se las saben todas. Sus libros son amenos, exhaustivos y bien documentados. Unen cultura y leyendas populares con descripciones muy profundas de cada ruta, de manera que es fácil seguirlas sin despistarse. El único inconveniente es que lo que para ellos puede ser un paso sencillo que solventan con las manos en los bolsillos, para nosotros los novatos puede requerrir de echar las manos y pasar un mal trago. Los tiempos que calculan no son de máquina, como suele suceder en las guías de ascensiones a montañas, y nos ayudarán a calcular el esfuerzo total de las salidas. Cualquiera de sus guías de Guadarrama será una fantástica compañera.
También encontraremos centenares de páginas en Internet con todas las rutas posibles. Muchas de ellas están documentadas con fotografías. Uno de los inconvenientes de las guías impresas es que cuentan con pocas fotos, puesto que el papel a color es caro . Y éstas suelen centrarse en un bello amanecer, un contraluz artístico o las vistas impresionantes desde tal vértice geodésico. Pero lo que nosotros necesitamos es saber de dónde sale exactamente «el pequeño senderillo, casi una vereda de conejos, que habrá que tomar para llegar hasta una piedra caballera que, una vez rodeada a poniente, nos conducirá entre jaras y tomillos a la canal que nos subirá hasta…»: «Vale, tío, en vez de la imagen de la ermita del Mondongo que se ve desde el cerrito, ponme la del lugar exacto donde me tengo que desviar; y qué cojones es eso de a poniente«. Las descripciones documentadas con fotografías y comentarios nos pueden ayudar mucho. Es cuestión de buscar un poco por la red y encontraremos este tipo de reportajes.
Resumiendo: mapa y reseñas, obligatorio. Brújula y GPS, optativo y recomendable. Actitud mental adecuada para no entrar en pánico y llegar a disfrutar de la situación ambigua, conditio sine qua non.
Y ahora, unos consejitos gratis:
- Habla con los ojos abiertos. Es habitual marchar en grupo o con alguien que conoce la zona y se encarga de guiarnos a todos. Es muy fácil delegar en otros las tareas de orientación. Pero es una manera de hacerse dependiente por completo de una persona que puede ser muy experta o no, o que se equivoque como hacemos todos muy a menudo. Ir en grupo implica ir charlando amigablemente y conlleva bajar la guardia en la atención al camino seguido. Uno puede mantener una conversación mientras se va fijando en desvíos, señales, referencias, etc. No delegues toda la responsabilidad en una persona y sé responsable de tu propia seguridad en todo momento.
- Mira de vez en cuando hacia atrás. Es curiosísimo lo que cambia un paisaje, un sendero o una ladera vista desde un lado o del contrario. Lo que parece un camino sencillo de seguir se convierte en completamente nuevo y sin referencias a la vuelta. Es muy útil volverse cada poco y echar un buen vistazo. Nuestro cerebro sumará estas vistas al camino principal y nos resultarán familiares muchos accidentes geográficos en el camino de vuelta. Esto sirve también para conocer perfiles distintos de las montañas que conformarán un modelo en tres dimensiones de muchos picos y que puede servirnos en algún momento de apuro para localizar dónde estamos o hacia dónde tenemos que ir.
- Caminos en Y y en Y invertida. Hay quien los llama senderos malditos. Suelen estar en bosques frondosos y son una verdadera pesadilla. Vas andando por un sendero sin ningún problema. Si se presenta una desviación en Y memorizas el que tomas (el de la izquierda, por ejemplo) o incluso dejas piedras, unos palos señalando la dirección o lo que sea. Perfecto. Pero es posible que hayas dejado atrás una incorporación en Y invertida y que te haya pasado totalmente inadvertida: a tu camino se ha unido otro desde atrás en el que ni has reparado. A la vuelta te encuentras con que tu único camino seguro y sencillo tiene dos ramales que desconocías… Oh, oh. Esto es mucho más frecuente de lo que parece y por eso hay que seguir el consejo anterior.
- Tus propios hitos. Es muy común seguir una ruta complicada o una ascensión mediante hitos que otros montañeros más capaces que nosotros colocaron con anterioridad buscando el mejor paso, el menos peligroso o… el único posible. Hay que ser escrupulosamente respetuoso con estas marcas y no tocarlas siquiera. Podemos añadir una piedra o dos si consideramos que está dañado por los animales o el paso del tiempo. Pero no se debe abrumar un camino con más señales de las necesarias, porque a) puede ser contraproducente y liar más el trayecto; b) parte de la sensación de aventura lo conforma el buscar un camino; y c) debemos ser una vez más humildes y no creernos capaces de abrir huella en terreno inexplorado. Pero si hay un paso conflictivo que consideremos vital para nuestra progresión o para poder volver sobre nuestros pasos con seguridad y no está marcado o consideramos que necesitamos más ayuda y confianza para reconocer el lugar exacto, podemos dejar un hito personal que sepamos divisar en el momento apropiado y que nos reconduzca felizmente al sendero correcto. Queda claro que con el máximo respeto al entorno (nada de romper ramas o tronchar nada) y si es posible, dejando luego todo como estaba.
- Compara el mapa con lo que ves. Para de vez en cuando y compara la realidad con la imagen falsa del mapa. No puede haber divergencias notables. Si hay algo que no te cuadra, revísalo otra vez hasta que ambos constructos cuadren. Es común decirse: «Teníamos que haber llegado a este arroyuelo… Bah, si será por aquí, no queda otra«. Un ligero desvío de un grado nos puede alejar en poco tiempo una gran distancia del lugar al que debemos llegar. Lo digo por triste experiencia. Revisa el mapa y revisa la realidad de tu aquí porque es lo que tienes.
- Memoriza picos y accidentes geográficos. Las montañas son siempre una belleza impresionante. Conócelas. Aprovecha cualquier momento para identificarlas. A los niños les gustan los nombres graciosos que tienen en muchas ocasiones. Jugad a buscar en el mapa los nombres y reconocerlos en la realidad. Guadarrama es una sierra «pequeña» que se puede abarcar casi entera desde muchos lugares. Sube a picos diferentes para ver las perspectivas que dan de cada cuerda y macizo. Todo eso te dejará un poso inconsciente que te facilitará enormemente la orientación cuando lo precises.
- Haz mejoras y anotaciones en tus mapas. En los mapas hay errores, inexactitudes y sorpresas que nos pasan por alto. Si la fuente ya no existe, anótalo para que en el futuro no cuentes con ella. Si el sendero se ha perdido o se ha formado otro, trázalo aproximadamente en tu mapa. Puedes anotar tiempos de marcha de un punto a otro, así como dificultades, rincones que has descubierto, etc. Otra cosa que se suele obviar es buscar senderillos secundarios para ir de un sitio a otro en lugar de por el principal. Haciendo esto ahorré bastante tiempo en la bajada desde el Pto. de la Fuenfría hasta las Dehesas por un mínimo sendero que viene en el mapa y que nunca se cita en las guías. Es cierto que está tan poco usado que casi se pierde; pero está y se puede seguir ahorrando mucho a la bajada.
- Documenta tus salidas. Una cámara digital está al alcance de todo el mundo. No se piden fotos artísticas (que también) sino descriptivas. Lo que te ha servido a ti de otras personas lo puedes ofrecer tú a las siguientes. Desde que documento mis excursiones he recibido muchas visitas a esta página de personas que buscaban hacer rutas parecidas. Sé que mi estilo no es el más adecuado, porque estoy como una regadera y me centro en cosas que no son del todo objetivas; pero quizás alguna referencia o comentario, alguna fotografía, pueden haber ayudado a otros en la montaña.
- Piérdete adrede. Perderse es algo que puede ser muy enriquecedor y motivante. Si uno lo hace en situaciones controladas y sin riesgo, no es más que un entrenamiento muy divertido. Hay que empezar por lugares sencillos y aumentar progresivamente la dificultad. En el pueblo segoviano al que voy desde hace 20 años hay una masa de pinos a la que llaman El Pinar Grande. La inmensa mayoría de los habitantes jamás lo ha pisado y pocos se aventuran en él. Se lo teme desde siempre porque uno puede perderse. Me desalentaban a adentrarme en él en bici o andando porque, siendo de la capital, me perdería al momento. Obviamente, me lo conozco al dedillo, tengo un mapa mental de todo el pinar bastante preciso y lo he recorrido en todas las direcciones. Jamás me he perdido y nunca me he despistado más allá de unos minutos (buscando setas es fácil desorientarse porque la atención se centra en el suelo y hay muchos giros y cambios de dirección). Tras recorrer la mayor parte de sus caminos decidí que el siguiente paso sería intentar perderme. Caminaba campo a través, eludiendo los caminos con los que me cruzaba. El juego podía durar un par de horas hasta que llegaba al punto de partida por un trayecto nuevo. Este tipo de entrenamiento aviva el sentido de la orientación, te aporta seguridad y te habitúa a caminar en silencio por un lugar desconocido sin temor y de manera muy relajada. Esta actitud te vendrá muy bien en situaciones más complicadas y críticas.
- Disfruta mientras te encuentras. Si sales con frecuencia a la naturaleza llegará el día en que te pierdas. Es ineludible. Puede ser más o menos grave en función del tiempo atmosférico, de la noche, de lo escarpado del terreno… pero es el tipo de experiencia que te hace sentir vivo y te obliga a dar lo mejor de ti mismo. En esas situaciones te conocerás mucho mejor, verás tus miedos reales, dónde están tus límites y lo que puedes llegar a hacer. Perderse y luego encontrarse es algo que te hará crecer como ser humano. Subir un pico difícil, esforzarse y solventar pasos complicados y llegar a la cima aporta una satisfacción enorme; pero era lo que buscabas, tu objetivo, y te habías preparado para ello. Salir de una situación complicada que no buscabas te pondrá mucho más a prueba porque no estabas preparado para hacerlo; superarlo será aún más satisfactorio. Por muy putas que las estés pasando… disfrútalo.
Continuará…
Eres un puto crack….Gasias.
Sí, a menudo parece que fumo crack, pero prometo que no…
Para un lego en la montaña como yo (si, también aquí soy un pardillete), este Yokursillo básico de montañero está siendo una fuente inagotable de conocimientos, que devoro con avidez. ¿Y dices que estás como una regadera? Pues espero que sigas «regando» mi ignorancia con tus conocimientos y experiencia 😉
Suscribo la afirmación de lander: eres un puto crack. Gracias.
Eh, eh, que yo no tengo ni conocimientos ni experiencia. Soy aún más paquete en la montaña que corriendo, así que puedes hacerte una idea de mi nivel.
Estas cosas no son más que sentido común (y eso no es algo que me sobre tampoco).
Se te ha olvidado agregar este imprescindible
Que lo disfrutéis.
Yo diría que si vas a estar un día o dos, hagas esas cosas en tu casa y no abones el campo. Si no queda más remedio, cubre como puedas tu regalito.
Ese libro está muy bien y está divertido.
Interesantísimo, as usual, especialmente esas «chorradas» en las que no caes si no te advierten previamente, como los caminos en Y. Un descuido en uno y estás perdido. O esos consejillos que de puro obvios podemos pasar por alto como el entender que AQUI es un sitio real y concreto al margen de lo que digan mapas, brújulas y jepeeses.
Abusando, (y a la espera del capítulo 4), algún modelo interesante de GPS, ya sabes, bueno, bonito y barato… Previsiblemente servidor salga solo con sus peques, y yo puedo perderme y mi santa me lo perdonaría, (quiero pensar que al menos no se alegraría), pero un disgusto con los niños equivaldría a mi defenestración definitiva…
Te pongo unos enlaces que pueden ser interesantes:
Un escalador analiza las características que debe tener un GPS para la montaña (es del 2007, algunas especificaciones técnicas se habrán superado con creces)
http://pablomarmol.madteam.net/articulos/2007-07/orientacion-en-montana-el-sistema-gps/
Comparativa de GPS de Garmin, la marca de referencia:
http://www.informaticenter.es/b2c/index.php?page=pp_productos.php&tipo=1&codf=91&md=1&gclid=CL75iYnPl50CFVFf4wodI2eXUQ
Cómo conseguir mapas topográficos gratis (los GPS vienen sin mapas de ninguna clase y son caros; aprox. 150 €).
http://gpsgarmin.creatuforo.com/mapas-topogrficos-gratuitos-foro78.html
Hay uno de Garmin, básico y sin florituras por menos de 100 €. Si lo acompañas con mapas de la zona en papel, debería ser suficiente.
http://www.informaticenter.es/b2c/index.php?page=pp_producto.php&md=0&ref=GA-EH
Pero hay cosas flipantes con curvas de nivel, fuentes, senderos… Como todo en la vida, depende de para qué lo vayas a usar.
Espero que te sirva, Carlos 🙂
Muy bueno, Yoku. Muy acertada la insistencia en los mapas y en el estudio previo de la zona.
Un complemento fácil es el Google Earth. Si te fijas bien ahí están los caminos que ACTUALMENTE ESTÁN y, como bien dices, quizá no figuren en los mapas o hayan cambiado. Yo suelo ponerlo primero plano, trazo el recorrido y luego en 3D voy girando, avanzando por la ruta prevista y memorizando los perfiles que muestra, las vistas que ofrece. Os aseguro que es muy reconfortante ir a una zona «desconocida» y reconocerla porque virtualmente has estado ya allí 😉
La visita del Google te permite comprobar también que lo que en el mapa era un sendero es ahora una pista forestal. O el estado actual de un accidente geográfico.
Ay, los caminos en Y… cuando voy solo suelo trazar (si es de arena) una flecha de unos 3m de largo indicando el camino. Si no pongo una rama larga, o marcas en el suelo con piedras o algo. Eso si me doy cuenta, que a la vuelta siempre aparece alguno que se te ha escapado y… ¡moneda al aire! 😛
Mirar para atrás, FUNDAMENTAL. Hace unos 15 años, antes de llegar al Tubo de la Cueva del Reguerillo, Coral sintió un ataque de claustrofobia. Me pidió, por favor, que volviéramos. La tuve que decir, con honestidad, que no era capaz. Había hecho la cueva varias veces pero siempre en el mismo sentido. El camino de vuelta es TAN DIFERENTE al de ida que parece que estás en otro lugar y me hubiera confundido seguro. Y eso que ese tramo de la cueva es relativamente fácil.
Gracias por recordarnos ese espíritu «siempre positivo» que nos debe acompañar siempre. Hace 25 años (jooder) por coger un atajo en los Galayos nos encontramos ante dos barrancos imposibles a media tarde. La cagamos, pero conseguimos mantener la calma, evaluar todas las posibilidades, trazar un plan y llevarlo a cabo. En esos momentos no valen de nada los quejos ni los lloros: estás en medio de un marrón y tienes que salir de él. Tras 5 horas de destrepe la felicidad que supuso llegar al valle no tiene precio. Una compañera no dijo ni mú en todo el trayecto, estaba tan aterrada que no pudo articular palabra. Mejor.
Perdón por el tocho. Has hecho un gran trabajo, Fran. Gracias.
Sí, ya me has comentado un par de veces lo de Gúguelerz y desde luego que es un magnífico consejo. Pero no olvides que la información de nombres y fotos que acompañan a los picos y demás accidentes geográficos los sube la gente particular y no hay control: hay muchos errores y hay que tenerlo en cuenta. Pero los caminos y desvíos se ven muy bien y son los que son, no los de hace 50 años.
La Cueva del Reguerillo lleva cerrada ya varios años y no creo que se pueda volver a visitar. No la conozco y me jode haberme perdido esa aventura. Si me permites un consejo, por lo que a veces has comentado de tu mujer (y yo de la mía) es mejor que no nos acompañen en determinadas rutas: sólo cuando es totalmente imposible que pase nada se sienten cómodas y seguras. Es lo que hay y hemos de respetarlo.
Lo de la actitud es fundamental. El típico «vamos a morir» no sirve de nada y sólo trae nervios y decisiones absurdas. En grupo es más complicado conservar la calma porque el pánico es contagioso. Alguien tiene que mantener la cabeza fría y reconducir la situación que, por jodida que sea, siempre tiene una salida. Estoy convencido de que siempre hay una salida. Sólo hay que buscarla.
Sí, como el soplapollas del pez del anuncio del «Sabe a Mixta»… sí, la salida está por aquí, que yo lo se, tranqui que te saco… 😀 😀
Con el Gugle me refería estrictamente a la orografía, a las vistas, a los accidentes, a los perfiles… y no a los nombres que, como dices, están desajustados. Y mucho más con la vista 3D. Buena puntualización.
Coral es un hada de bosques y sendas, ese es su terreno y lo que trabajamos, salvo alguna rutita tipo Lagunas Grandes (Gredos, Peñalara). Nunca había tenido claustrofobia… claro que nunca había estado en una cueva «de verdad» y a otra compañera antes le dió un ataque de pánico. Eso no ayuda, pero me asombró la frialdad y determinación con la que asumió que la única salida era ir hacia delante, te juro que me impresionó. Y bajó el tubo en tiempo récord, descolgándose de la cuerda como si fuera del Circo del Sol. Alucinante.
Para que luego digan que los hombres no somos románticos. A ver, que aquí hay uno que llama a su mujer Hada de bosques y sendas.
¿No es bonito? No se quejará…
Me voy a hacer un copia-pega de la entrada (comentarios incluidos) para conservarlo.
¿Dónde me puedo agenciar una brújula guapa de esas? Es que a mí me sacas de Chamberí y ando perdido. 😉
Si te refieres a una brújula como la del ejemplo, las he visto hoy en la sección de montaña del Corte Inglés por 6€.
No conserves nada, hombre, que la vida es cambio.
Hola Yoku,
enhorabuena por tu artículo. Nos parece muy completo, pero desde la Revista Oxígeno, agradeceríamos que publicaras las fuentes de las que bebes cuando copias textos literales.
En el caso de la explicación que haces de cómo usar la brújula, está nuestro texto tal cual (http://revistaoxigeno.es/como-usar-la-brujula-en-3-pasos/).
Como comprenderás no tenemos problemas que se utilicen los contenidos de la web de Oxígeno, siempre y cuando se citen las fuentes.
Agradeceríamos que, por favor, incluyérais un link o por lo menos un texto donde se citara al autor del texto y en el caso de que se incluyan fotos (como es el caso) se haga lo propio.
Un saludo y gracias.
Tienes toda la razón y te pido disculpas. Bien es cierto que tanto el título como las imágenes estaban enlazadas con el original, pero fue una vergüenza que no lo hubiera especificado aparte también, con referencia explícita a la revista.
De hecho, están enlazadas las referencias a la Tienda Verde, la Editorial Alpina, los montañeros que cito… Un olvido imperdonable no haber hecho lo mismo con la vuestra. Espero que no lo toméis como un desprecio (compro a menudo Oxígeno) sino como un olvido imperdonable.
Lo más correcto es enlazar directamente con vuestro artículo y con la revista y borrarlo de mi entrada del blog. Y así queda desde ahora.
Personalmente permito que cualquiera utilice mis textos o mis fotografías como le venga en gana, sin ningún límite y para lo que le parezca bien, y no pido que me citen o me enlacen. Pero eso es mi filosofía vital y no tiene por qué ser compartida por nadie.
Como tenéis todo el derecho y toda la razón, rectifico totalmente :-).
Gracias por el comentario y por el artículo sobre la brújula.
Hola, gracias por incluir el link… Aunque no tenemos problemas en que pongas material nuestro siempre y cuando cites o, mejor aún, linkes el contenido.
Muchas gracias y enhorabuena por tu blog, se ve que eres un enamorado del deporte outdoor y para nosotros es un honor que seas lector de Oxígeno.
Un saludo y nos vemos ahí fuera.
Como me he sentido identificado con este articulo,como bien sabes me perdi el otro dia y senti todo lo que escribes.Incluido lo de que en circunstancias adversas puede salir un lado negativo o positivo,a mi me salio el positivo,y ese punto de aventura e incertidumbre hizo que me sintiera muy vivo y fuerte.
Lo malo es que tampoco lo podia exteriorizar mucho,porque algunos del grupo si estaban un poco afectados,e iba a parecer que les estaba faltando el respeto.
Eso si,ibamos equipados y no habia nieve ni lluvia.
Gracias
Ir en grupo tiene, naturalmente, muchos aspectos positivos. Unos cuidan de otros, hay más cabezas pensantes, no se abandona a nadie, etc. Pero también puede ser una pesadilla arrastrar a alguien que ha entrado en pánico, o a aquellos que sólo ven desesperación y no aportan nada bueno.
De cualquier modo, Pedro, sigo manteniendo que perderse es una de las actividades más enriquecedoras (para lo bueno y para lo malo) que nos pueden suceder. Uno aprende más de sí mismo y de los demás en esas situaciones.
Y lo más importante es que salisteis sanos y con bien de todo eso. Pero no me negarás que –en el fondo– no te moló…
Hola,
Yo no camino pero voy en moto de montaña, me gusta investigar caminos «a pelo» ni GPS ni nada, más de una vez me he llevado algun sustillo porque….ONDE ESTOY!!!????.
Pero gracias a Dios siempre he encontrado el camino de vuelta…Las Y malditas…pues ayer mismo me encontré con una..jajejejejejijijojojoujujuju!!! QUIEN HA PUESTO ESTA DESVIACIÓN AQUÍ !!!!??????? Éste és uno de los problemas que me encuentro más a menudo…
Tírate de la moto, macho.
¿Cómo se te ocurre contarme eso? ¿Pero no ves que soy ecologista sector terrorista extremo?
Aparca ese cacharro y date una vuelta por la montaña sin echar humo, sin erosionar y sin asustar a todo bicho viviente.
Verás cómo cambia todo a tu paso.
Y si no lo haces, espero que encuentres un camino en Y tan jodido que te pierdas para siempre 😀