Con la elección papal en puertas (bajo llave, que es lo que significa cum clave; por lo tanto sería más correcto decir conclave qué esdrujulearlo en cónclave) estoy convencido de que en telediarios y redes sociales se utilizará para bromas y veras el conocido *Habemus Papa. Pero, y es la primera parte de mi apuesta, es casi seguro que estará siempre mal escrito y pronunciado. Tenemos Papa: tenemos es la primera persona del plural del verbo tener en presente de indicativo; por tanto habemus es lo correcto. Pero este verbo es transitivo y requiere que el objeto sobre el que recae la acción vaya en acusativo; siendo Papa un sustantivo de la primera declinación (como el rosa, rosae) su acusativo termina en -am; por lo tanto Papam.
Habemus Papam.
Esta tontuna que a nadie importa me sirve para incluir otras expresiones y palabras que siempre decimos mal sin necesidad de hacerlo. Son cosas muy sencillas que no requieren más que un mínimo esfuerzo y quedan fatal si no se dicen bien. Sigamos con el descendiente directo del latín, el italiano.
Siempre se dice *paparazzis. En la puerta de la mansión de tal famoso de medio pelo se agolpaban los *paparazzis. Es equivalente a decir en castellano *pieses, por ejemplo. Una tontuna que no tiene sentido. En italiano las palabras femeninas terminan en -a y hacen el plural en -e: pizza, pizze. Las masculinas acaban en -o y hacen el plural en -i: spaghetto, spaghetti; paparazzo, paparazzi. La -i ya es el plural y queda como el culo meter un nuevo plural nuestro.
Otra palabra italiana que acaba en -i, en este caso se refiere a una familia, sería Lamborghini. Estos coches prohibitivos y espectaculares se pronuncian siempre mal en la televisión. En italiano se diferencian tres ges: si va sola, se pronuncia /dʒ/, como en Gioconda. Pero si la sigue una h, gh, se pronuncia como nuestra ge suave: gue, gui. Por lo tanto, se dice lamborguini, nunca *lamborllini. Una tercera g va acompañada de li, gli, como en la maglia rosa del Giro y el pintor Modigliani: aquí se oye siempre a los periodistas hacer retruécanos con la voz; pero es muy sencillo: se pronuncia como la elle catalana (que nosotros ya casi no tenemos; yo sí la pronuncio en lluvia o pollo, pero es que soy muy raro). Por lo tanto es malla y Modillani.
La segunda parte de la apuesta es por la pronunciación del apellido del presidente más carismático de los EE.UU. que tiene ahora película propia y que ha cosechado importantes premios. Estoy seguro de que sabes a quién me refiero. Bien, pronuncia su apellido en voz alta. Venga, sin vergüenza, que no pasa ná.
Vale, ahora pronuncia el nombre del grupo de música norteamericano Linkin Park.
Me apuesto mi virginidad a que en el primer caso has dicho */’lin·kol/ y en el segundo */’lin·kin/. Normal, así nos salen las sílabas en este nuestro castellano. La gracia de esto es que ambas palabras son homófonas y no se pronuncian como hacemos nosotros. De hecho, los californianos se llamaban Lincoln Park (un parque de Chicago) pero el dominio en internet estaba pillado y lo que hicieron fue modificarlo para que pudieran tener su web y aún así sonara igual. ¿Y cómo se pronuncia entonces Lincoln en inglés (y el grupo musical)? Pues así: /ˈlɪŋ·kən/. Es decir, no hemos dado ni una.
Otro presidente famoso que pronunciamos mal es Roosevelt. Dilo, seguro que te sale algo similar a */rus·bel/. Curiosamente tiene tres sílabas:/ ˈro·zə·ˌvelt/ con un acento secundario en la sílaba final. Y aún hay otro apellido famoso que acentuamos mal, el de la sobrevalorada Marylin. Solemos decir */’mon·rou/, cuando el acento es agudo: /mən·ˈrəʊ/.
Hemos pasado del latín al italiano y de éste al inglés. Sigamos subiendo hacia los pueblos bárbaros del norte. Porque ahora empieza la Fórmula 1 y el novio calvo de Alonso nos freirá con su puñetero *Maiquel Sumaquer. ¿Pero este tío de dónde ha sacado esa pronunciación? Michael se pronuncia con la jota nuestra, no simulando una mala pronunciación inglesa del nombre (que sería monosílabo /maikl/): debemos decir aproximadamente /’mi·xaəl/. Y Schumacher vuelve a llevar la jota española: /ʃuː·ˈma·xə/. Es decir, sin demasiados alardes fonéticos, mijael shumaja, o lo que es lo mismo, Miguel Zapatero.
Y para terminar con alemanes y coches, el delirante Porsche. Incluso hubo hace años un anuncio de no sé qué en el que un pardillo le pedía un deseo a un genio («quiero un porche») y aparecía el porche de una casa; el sabihondo del locutor decía que el coche era un porsh. Y hace poco viendo un capítulo de Dos Hombres y Medio en el que la malvada madre le regala un Porsche a Allan para que salga con la hija de su ligue, hacen un gag en inglés con la pronunciación correcta alemana y la que hacen en inglés. Y en el doblaje al castellano ¡¡¡TIENEN que hacerlo al revés!!! Lo explico:
Allan, encantado con su nuevo coche ha aprendido a pronunciarlo correctamente /’po:·ʃə/. Su degenerado hermano lo pronuncia a la inglesa */po:rʃ/ y el gag consiste en que tiene que incluir la segunda sílaba (la vocal schwa) cada vez que el otro lo corrige. En la estúpida versión española es al revés: se supone que está mal decir /por·che/ y que lo bueno es decir /porsh/, con lo cual la segunda sílaba suspendida que Charlie mantiene y luego suelta queda absolutamente ridícula y sin sentido. Así de idiotas somos que tenemos que doblar todo y encima hacerlo mal y grotesco.
Y paro ya, que me pasaría la vida con estas cosas.