No tenía intención de resucitar este blog, que cumplió su función hace unos años y que tuvo una enorme acogida con casi un cuarto de millón de visitas. Las agradezco de corazón. Pero ya no disponía de tiempo para actualizarlo y, además, mis actividades al aire libre se han ido reduciendo drásticamente durante los dos últimos años.
Pero al descubrir que dos montañeras han fallecido este fin de semana he decidido aportar siquiera una idea que pueda ayudar a otras personas en situaciones similares. No tengo ni la respuesta definitiva ni tampoco la experiencia directa necesaria para recomendar una solución a esa situación tan complicada. Sólo quiero aportar una idea sencilla, barata y que NUNCA he visto a nadie en España que la lleve o haya hecho un comentario sobre ella.
La nieve es maravillosa. Una ruta en invierno, sea de alpinismo o de montañismo, es siempre una experiencia irrepetible, única y que proporciona un enorme placer físico y espiritual. Quien no lo ha hecho no se puede hacer idea de lo que se puede llegar a sentir en un entorno invernal.
Pero la montaña es siempre un asunto serio. Muy serio. Y en invierno es extraordinariamente serio. Acostumbrados a la vida urbanita de centro comercial, de experiencias controladas y seguras, la naturaleza invernal puede ser muy radical.
No conozco la experiencia de los tres senderistas de Castellón, si eran avezados montañeros o simples aficionados. No tiene sentido ahora echarse las manos a la cabeza si carecían de la experiencia o los conocimientos necesarios para abordar una ruta de montaña invernal bajo una intensa ventisca. No lo sé. Nos puede suceder a todos en cualquier momento. Mi propuesta no es de reproches sino de artilugios.
Tengo una impresión que quizás sea un prejuicio. Pero creo que las personas tienden a gastar mucho dinero en algunas prendas de ropa invernal. No hay límite a lo que uno puede invertir en la chaqueta de membrana. Pero luego no es común que esa misma persona lleve cuatro o cinco elementos baratísimos e importantes en su mochila de marca.
¿Llevas una manta térmica? ¿Una linterna frontal? ¿Un par extra de calcetines y guantes? ¿Algo para hacer fuego y calentar agua? ¿Algún tipo de refugio de fortuna?
Estoy por apostar que no.
Siempre digo que el optimismo es el gran enemigo de la humanidad. No voy a entrar ahora en filosofías, pero cuando unos amigos deciden pasar unas horas en la montaña invernal deberían tener en cuenta que existe CIERTA PROBABILIDAD DISTINTA DE CERO de que las cosas se tuerzan.
La nieve borra los senderos, elimina las referencias, convierte en extraño el camino más conocido; deshidrata rápidamente el organismo, enfría el cuerpo a gran velocidad; si hay viento, se multiplica todo ese efecto y las cosas se pueden poner muy feas en pocos minutos. No hace falta estar a -20 ºC para morir de hipotermia. Hay estudios que dicen que la mayoría de las muertes por frío se producen entre 1-8 ºC positivos. Perderse en la nieve, que oscurezca, que la ventisca intensifique el enfriamiento (chill factor) y se acabó.
Mi propuesta va encaminada a contar con algo sencillo, muy barato y poco pesado y voluminoso que echemos en la mochila.
Se trata de un bothy-bag. Bolsa o saco refugio.
Bothy es el término escocés para refugio (de madera o piedra en zonas muy solitarias). En Escocia el viento es tan implacable que puede hacer perder el control de los nervios al más templado. El siemple hecho de parar a comer o a realizar cualquier acto se convierte en un horror ante el viento congelador. Allí usan estas bolsas (individuales o grupales) para tomarse un respiro, descansar, comer y beber o… llegado el caso, como refugio de fortuna.
Yo tengo esta bothy-bag. Pero hay muchas de varios tamaños y capacidades. No son más que una bolsa impermeable y cortaviento. Muy ligera, compresible y que estará en el fondo de la mochila hasta que las cosas se pongan feas. Dos personas dentro de esta bolsa, juntas, a salvo del viento y la nieve pueden generar una enorme cantidad de calor. No será la mejor noche, será terrible. No garantiza la supervivencia. Pero sinceramente creo que puede significar la diferencia entre morir en dos horas o aguantar cuatro o cinco horas nocturnas y permitir que los equipos de rescate puedan localizar a los perdidos.
20, 30, 40 €. No cuestan más. Creo que es una buena idea.