Etapa 1. Puerto de los Cotos a la Laguna de los Pájaros
La mayoría de las personas entienden por «tener una aventurilla» tontear con Pili, la de Administración; intercambiar miraditas, un cumplido aceptado en la máquina del café (ella toma capuccino sin azúcar), un par de insinuaciones sonreídas y un ligero besito en los morretes el día de la cena de navidad de la empresa, después de tomar dos copas en la discoteca ésa que conocían Cháves y Fonsete, los de Marketing, que es un antro insufrible. Generalmente, ahí termina todo.
Para mí, tener una aventurilla es pasarme unos días solo en la naturaleza, depender sólo de mí, explorar lugares que no conozco o disfrutar de los que ya he visitado anteriormente. Consiste en vivir conmigo mismo, sin nadie más, solventarme los problemas que puedan aparecer, salir adelante y tener una experiencia enriquecedora y natural. No busco grandes peligros ni enfrentarme con situaciones de vida o muerte. Es algo sencillo y simple, sin mayores alardes ni objetivos.
Con la excusa de los Dosmiles de Guadarrama podía aproximarme a una zona de la sierra que desconocía por completo y que tenía ganas de visitar. Uno tiende a repetir las rutas que conoce, bien porque son muy hermosas o porque son las que quedan más cerca de su casa o por ese hábito de repetición que tenemos los humanos. He ido muchas veces hasta la Laguna de los Pájaros, en todas las estaciones, con calor, con nieve, en primavera… y nunca había pasado de ella. Era mi límite por esa parte de Guadarrama. Y tenía ganas de ver qué había más allá.
El 6 de julio, a las 18:00 estaba aparcando el coche en el Puerto de los Cotos (1.830 m). La tarde era espléndida, con una luz muy hermosa y cálida, y me encontraba de magnífico humor. Humor que disminuyó al cargarme a los hombros el enorme mochilón que me había preparado con los enseres y chuminadas de la entrada anterior. Hay algún coche más, pero el puerto está completamente tranquilo y en silencio. Última revisión de todo lo que tengo que llevar, ajustes varios de correas, botas y demás y me pongo en marcha.
18:06 – Empiezo a contar desde el segundo aparcamiento. Subo por la vereda de madera que corre paralela al arroyo y llego a la caseta de los guardas. Tengo mis dudas sobre si me dirán algo: es indudable por el volumen de mi macuto y porque llevo el aislante por fuera que voy a hacer noche en la montaña. Con esa manía estúpida de no dejar acampar es posible que me digan algo. Pero me saludan los dos y sigo mi camino. Paro en la fuente Cubeiro a llenar el buche de agua helada; llevo 3 litros de agua conmigo. Poco para la estación en la que estamos y la escasez de agua que hay en las cumbres; pero no puedo llevar más peso. Hoy no tendré problema, pero mañana…
El primer tramo hasta llegar al circo glaciar de la Laguna Grande de Peñalara es un paseo muy agradable, con vistas magníficas sobre el Valle de la Angostura y la Cuerda Larga.
Recomiendo en alguna ocasión subir a Cabeza Mediana (1.682 m), pues es la única montaña entre los cordales de Peñalara y la Cuerda Larga, de forma que estás en medio de ambos macizos. En otoño o invierno, con nieve en ambas, es precioso. Y nunca faltan los corzos por esos bosques mixtos de pinos, robles, acebos y abedules.
A mi derecha, Cabezas de Hierro (2.381 y 2.374 m), rivales de Peñalara y Claveles en altura y hermanamiento.
El camino es fácil y sin pérdida posible, de forma que los fines de semana se convierte en una peregrinación de paseantes de todo pelo y no siempre conscientes de dónde están y de cómo comportarse. Llegar a la Laguna Grande de Peñalara no tiene ningún problema y accede demasiada gente. Ya hace años que rodearon la laguna con una valla para que nadie pueda acercarse (y lanzar botellas, bolsas usadas de aperitivos, compresas y esas cosas que la gente suele transportar durante kilómetros para luego arrojar en el lugar apropiado). El equilibrio de las lagunas es muy frágil y estaba en serio peligro. Ahora, gracias a la accesibilidad de la ruta y la llegada de humanoides que vienen aquí a destruir, ya no podemos aproximarnos a sus orillas. De cualquier modo, hoy por aquí no hay absolutamente nadie y lo tengo todo para mí. Me empapo de la grandiosidad de las vistas y sigo mi camino.
La vista del circo es magnífica: Peñalara y Dos Hermanas abrazan a la Laguna Grande, que no es visible aún y que resposa a sus pies. El valle es jugoso y verde, con el riachuelo saltarín por el que vacía la laguna y que recibe varios nombres; me quedaré con el más simple: Arroyo de la Laguna. Más abajo confluye con el de Peñalara, luego con el de Guarramillas, para unirse al de la Angostura… que remontaré el día 8, para desembocar en el río Lozoya. Nuestras vidas son los ríos, etc.
Antes de llegar al puente hay un cartel señalizando un área de descanso (?) que antes no estaba. Es el caminito que lleva a la Laguna Chica de Peñalara, mucho más modesta pero también bonita e interesante. Desde sus orillas hay magníficas vistas de la Pared de Zabala y el refugio.
Si quisiéramos visitar la Laguna Grande habríamos de seguir el camino sin cruzar este puente y continuar más adelante por unas pasarelas de madera que han instalado para que los vándalos no destrocen las praderas. Pero yo hoy voy a cruzar ese puentecillo y a tirar hacia arriba de esa cuesta de piedras que nos permite ganar altura en pocos metros. La subida es exigente, pero está permitido parar con la excusa de las magníficas vistas que contemplamos desde cada paso.
Sin embargo, no es fácil ver la Laguna Grande desde donde estamos. Cuando subimos toda la cuesta hay un cartel que nos indica la dirección correcta hacia la Laguna de los Pájaros hacia la derecha. Si remontamos un poco ese cartel y nos acercamos al borde, se divisan las aguas tranquilas de la Laguna. El contraluz que tengo es muy malo y apenas se distingue: la foto es pésima, pero prefiero ponerla por si alguno se quiere asomar. Antes se podía bajar desde aquí a la Laguna por un senderillo. No estoy seguro de que esté permitido ahora.
Desde la subida tenemos ahora un sendero menos duro pero entretenido, con hermosas vistas al circo y la Cuerda Larga.
Este camino, sin ser exigente, ya habrá echado para atrás al grueso de los domingueros. La subida es una especie de filtro natural para los que sobran. Siento ser tan sarcástico, pero aquí he visto a gente con chancletas y bañador en verano, o con vaqueros y playeras en invierno.
19:00 – Mientras estoy con mis fotos y mis pensamientos una serpiente de unos 60 cms se desliza entre mis botas. No acierto a distinguir de qué especie es, quizás de escalera por el tamaño. No me parecía una víbora, pero apenas he podido ver su cabeza. Me encanta encontrarme con fauna. Siempre es un motivo de alegría ver animales en su entorno natural. Poco después, me cruzo con una muchacha joven (y muy guapa y saludable) que lleva también un buen macuto. Nos saludamos y compruebo que lleva un logo con algo que pone Ambiental en el forro polar (no, no es que le mirara las tetas… bueno, yo qué sé). Supongo que vendría de hacer alguna medición en las lagunillas, o contar ranitas: hay varias especies endémicas de estas lagunas y están obviamente protegidas. Bonito trabajo. ¿Ves?, en eso no me importaría currar.
El camino nos ha traído a esta acumulación de hitos visible desde cualquier parte del camino y que nos serviría de guía en caso de mal tiempo o mucha nieve intacta. Llegas aquí y cambias de vertiente. Das dos pasos y ves la pradera de las Lagunillas. En primavera, un espectáculo; en invierno, inenarrable, con las lagunas heladas como espejos. Pero yo estoy ahora en verano, y siento que tienen poca agua y que algunas están secas. No es raro encontrar aquí nieve en julio. Pero estamos sufriendo un verano muy duro que ha empezado pronto y se ha llevado toda la nieve antes de tiempo.
He trazado más o menos el senderillo que hay que seguir para atravesar la Hoya de Pepe Hernando (no podían haber buscado un nombre más feo para un lugar tan bonito). No hay pérdida porque algunos carteles nos informan de la fragilidad de las praderas y nos conminan a seguir por el mínimo senderillo que las bordea. Como se ve en la imagen, bajamos a la hoya, vemos las primeras lagunas, ascendemos a otra terraza donde se ve otro conjunto de lagunillas, y subimos a otra nueva terraza donde nos aguardan otras más grandes.
Se llama en algunos mapas Cinco Lagunas, supongo que porque las más grandes son cinco. Pero hay multitud de pequeñas charquitas, alguna estacionales, y todas unidas por canalillos de agua gélida y transparente donde vive una microfauna valiosísima y, en ocasiones, endémica.
Al subir el primer resalte hay una caída de agua que a veces he visto con una fuerza tremenda descender desde las rocas y deslizarse como un torrente bajo la nieve para aparecer unos metros más allá. Hoy la cosa era mucho menos dramática. Ésta es la vista de la segunda terraza de las lagunillas mientras se sube a la tercera.
La subida no tiene gran problema y hay hitos que nos indican el mejor paso. La roca descompuesta ya no nos abandonará en todo el trayecto. Aquí hubo morrenas glaciares no hace tantos miles de años. Y algo se tiene que notar. La luz se está acabando, porque el inmenso paredón de Claveles arroja sus sombras amenazantes sobre mí. El brusco cambio de luz no favorece las fotos, pero quería al menos describir el camino y lo que uno se va encontrando. Tras atravesar la Hoya de Pepe Hernando y volver a subirla por el lado contrario, nos encontramos con la Laguna de los Claveles, de forma alargada y creo que la más profunda. En ocasiones he visto una poza subsidiaria a la derecha, pero hoy no estaba. Se me está haciendo tarde con tantas fotos.
Un poco más adelante y a la izquierda del camino que llevamos se ve otra laguna, de la que desconozco el nombre. Cuando estaba fotografiándola escuché un estruendo y una parte del nevero que se aprecia en la pared de Claveles se vino abajo. Los trozos de hielo que caían eran enormes e impresionaban bastante. Un alud en pleno julio, quién lo diría. Si ese ruido lo provoca un neverillo de nada, qué no será un alud invernal con miles de toneladas de hielo cayendo hacia ti. Mejor verlo desde lejos.
Este lugar es grandioso, primigenio, brutal. Estar aquí solo, al atardecer, podría resultar amenazador y darme miedo. Pero no. Quizás porque he venido muchas veces y me conozco bien la zona. Porque la he recorrido en todo tiempo y voy anticipando lo que me viene. No tengo la menor inquietud y me siento completamente relajado. Supongo que sería distinto para alguien que no esté acostumbrado a la montaña. Porque el lugar impresiona y te hace sentir muy pequeño y vulnerable. Lo que sí siento ya es el frío producido por la ausencia del sol. La tarde es estupenda, pero al ocultarse el sol la temperatura ha descendido de manera instantánea. Me pongo una segunda capa y solucionado.
Aún queda un ratito hasta llegar a Pájaros. Ya no hay jugosas praderitas ni alegres lagunillas. Esto es un terreno mucho más áspero y agreste. Pero aún guarda tesoros de una belleza pasmosa. Un poco más arriba nos encontramos con esta joyita, poco conocida y que se suele omitir en las descripciones de esta ruta: la Laguna de la Mariposa, en un balcón natural hacia el valle del Lozoya, con la Najarra y Bailanderos a la derecha de la imagen.
Desde aquí hay que remontar una pedrera de granitos de buen tamaño y, en general, muy estables. No es problemático ir pasando de uno a otro con cierta ligereza. Hay algún hito que permite elegir el mejor camino. Lo importante es mantenerse más o menos por el centro y no escorarse hacia la izquierda, en las proximidades de las paredes de Claveles, porque ahí el caos es inmenso y el paso mucho más dificultoso.
Aprovecho la luz que aún conserva el valle para llevarme otra instantánea. Me queda ya muy poco camino para llegar a Pájaros. A mis pies el Valle del Lozoya.
Si eso tengo a mi derecha, a mi izquierda tengo el paredón ominoso y sombrío del Risco de los Claveles (2.387 m), un lugar peligroso que cuenta con gran número de accidentes mortales.
20:09 – Llego a la maravillosa y distante Laguna de los Pájaros (2.170 m). He invertido 2h03m en subir desde el aparcamiento de Cotos (5,6 km), parando infinidad de veces a hacer fotos y con 20 kg a la espalda. Alguien con una mochila de asalto y sin detenerse mucho que calcule sobre 1h45. En la información de las Rutas de Peñalara del Parque indican 2h30. Será para el capitán Muñones, digo yo.
Se llama de los pájaros por la cantidad de ellos que viven aquí, alimentándose de los pequeños insectos y microfauna que puebla la laguna. Revolotean a esta última hora de la tarde alegrando el mundo con sus cantos. La quietud y la tranquilidad que se respira aquí es algo indescriptible. Reconozco que es uno de mis lugares favoritos. La laguna no es profunda: creo que sobre 50-60 cms de manera uniforme. Cuenta con esos pequeños islotes herbosos que aportan profundidad al espejo que es su superficie.
Dada su posición elevada, sin cotas que la cierren por ese extremo, la lámina azul se funde con el cielo de la tarde de una manera realmente hermosa. Desde donde estoy se oye el cantarín tintineo del manantial que vierte sus aguas en la laguna: jamás se seca, siempre mana de forma abundante y cuenta con el agua más pura, gélida y deliciosa que se pueda soñar. Hoy no tendré problemas de agua. Y mañana pasaré el día con la pura vida que me otorga este agua primigenia, nacida del hielo y la nieve y filtrada por el granito de las montañas.
Circundo la laguna para no perderme una sola perspectiva. Al final existe un desagüe natural en forma de diminuto arroyuelo que primero serpentea y luego baja decidido para formar mucho más abajo la desconocida Laguna del Operante.
Aprovecho los últimos rayos dorados del sol de la tarde para conseguir captar la pureza del azul de estas aguas tan cristalinas que reflejan el cielo de Madrid.
Me separo un poco para contemplar el macizo tremendo de Claveles, iluminado por la última luz vespertina. Ahí voy a dormir hoy, por fin. Algo que deseaba desde hacía mucho tiempo.
Camino unos metros por el pradizal arbustivo que tendré que recorrer mañana cuando parta hacia nuevas montañas y tomo la última foto; ya no hay luz para más.
Es hora de cenar: bocadillo de tortilla y manzana, y un cafetito con leche. Se ha levantado un frío bastante intenso en poco tiempo. Ya estoy a 11º y el viento acrecienta la sensación. Me coloco una tercera capa cortavientos y unos guantes de polar con membrana cortavientos también mientras monto mi pequeño refugio. La opción de dormir sin nada, sólo con el saco y la funda de vivac, queda descartada en cuanto compruebo el intenso frío que ocasiona el viento tan fuerte.
A las 22:00 estoy listo, ha salido la luna llena y el lugar es mágico. El muro inmenso y frío de Claveles sólo es suavizado por el encanto de la laguna. Estoy en un sitio maravilloso, uno de los más bonitos de Madrid. Soy muy afortunado de poder pasar aquí estas horas. No sé por qué he esperado tantos años a hacer esto.
Me introduzco en el refugio, que es muy ligero y apenas protege del viento que golpea contra las tenues paredes impermeables. No puedo tensar más que la cabeza y los pies, y el viento agita la tela de una manera tremenda. Llevo mallas de polartec, camiseta térmica, calcetines, buff, estoy dentro de un saco, que a su vez está dentro de una funda de vivac térmica e impermeable… y no me sobra nada. Sé que la nochecita va a ser de bigote. Hay 8º en el interior del refugio, pero son engañosos. El aire que se mete como cuchillos por las aberturas del refugio es gélido. Pero para el frío estoy preparado; lo malo es el ruido ensordecedor del viento y cómo agita de manera inmisericorde las paredes del tubo donde estoy. Esta noche, dormir lo que se dice dormir, poco. Veo pasar las horas y cada vez el viento es más intenso.Bueno. Ya dormiré otro día. Hoy toca estar aquí, en un lugar maravilloso pero salvaje. La calidez y belleza de la laguna no oculta el hecho de que me encuentro a gran altitud, a los mismos pies de la montaña más alta de mi Comunidad y que esto no es el campamento de las Alegres Florecillas. Pero el cuerpo es sabio y me hace descansar un rato; lo suficiente como para cumplirse mi sueño de dormir en la Laguna de los Pájaros.
Hasta mañana.
Qué bien contado, Fran. Gracias por compartir algo tan bonito y personal de una de las zonas más espectaculares de nuestra querida sierra.
Esperamos el próximo capítulo con muuuchas ganas 😉
Y no te agobies por no haberlo hecho antes. Lo has hecho ahora y eso es lo que cuenta. Yo esperaré mi turno. Enhorabuena por haberte embarcado en algo tan bello.
Bonito bonito. Pues nada, esperaremos con paciencia montañera el segundo día.
Me barrunto los avatares con el agua.
Ay, el agua, tan abundante aquí en Pájaros y tan escasa doscientos metros más adelante.
Muy «potito», pero aún no has dicho porque te has vuelto antes. 😉
Lo he dicho en el foro. No había agua en todo el cordal que seguí el segundo día y no podía pasar la noche sin ella.
Pero poco a poco, que la tarea de las fotos es un coñazo y se tarda mucho.
Menos mal que vengo un poco inmunizado por haber estado en los Pirineos, que si no ahora me estaría muriendo de la envidia!!!
Pirineos es mucho más espectacular que Guadarrama. A mí me parece una maravilla y he estado en el Navarro, el de Huesca y el Catalán. Todo es de una belleza tremenda. Pero nuestras montañitas, más modestas, guardan rincones muy especiales.
Precioso Fran. Me encanta la poética y a la vez precisa descripción que has hecho de ese recorrido.
Espero el capítulo II…
¡¡Que guay yoku ¡¡ preciosa entrada… te digo yo que me dan ganas de subir otro día por ahí… pero así tranquilito de paseo como has ido tu… Pensar que pasé por ahí y apenas pude disfrutar de tanta belleza…
no dejes de contarnos, que nos gusta mucho y lo haces de lujo… madikita…
Espectacular, Fran.
Siento una especie de sana envidia y profunda admiración hacia esto que haces.
Tómate tu tiempo, pero no dejes de publicar el Chapter Two 😉
Un abrazo
Venga, decidido. Este otoño y antes de las primeras nieves (para que nadie se eche atrás) montamos un sábado o domingo una excursión hasta la Laguna de los Pájaros. Apta para todo el que tenga unas botas.
Esto… Malagueta… ¿profunda admiración? Pero chico, si esto no es nada. Es sólo decidirse a hacerlo. Algo totalmente accesible a cualquier persona normal.
Fran, quizá no te has parado a pensar que me he pasado 26 años de mi vida pegado al mar. La montaña siempre la he visto de lejos, ajena; me gusta, pero le tengo un gran respeto.
Por eso digo que siento admiración por todo aquel que se atreve con ella, máxime yendo solo y pernoctando como has hecho tú.
Hombre, en la Comunidad Valenciana tenéis la Sierra de Aitana y el Maestrazgo. Eso no es excusa ;-).
Además, Darth y yo vivimos a 350 km de distancia de la línea de mar más cercana y aún así tenemos nuestras licencias de buceo. Así que tampoco cuela ;-).
De cualquier modo, eso tiene MUY fácil solución :-).
Y pobre del que vaya a la montaña o al mar sin el debido respeto. Y yo diría más: hay que ir con miedo, porque en ambos lugares las condiciones son muy duras e imprevisibles.
Vamos Paco, que alguien que baja junto a Jesús por un cortafuegos ya esta licenciado en montaña, si se monta jaleillo no seas tonto y apuntate.
Yoku: Pues,que coño, un servidor si tiene envidia. Corro a comprarme unas botas para no perderme la siguiente excursion. Por cierto, quien tuviera tu facilidad para contar las cosas
Un saludo
Cómo aprovechas para ir haciendo amigos que te incluyan en el blogroll, ¿eh? 😉
En otoño, si seguimos en este planeta, montamos una pequeña excursión.
¿Sabes realmente lo que llama la atención a la gente de tus aventuras Yoku?
La soledad, sin más.
Te admiro y te envidio y espero que algún día en el que la compañia del ser humano no te resulte insoportable me enseñes alguno de esos rincones.
Aquí te dejo un pequeño homenaje de una gran pelicula
El ser humano no es mi animal favorito, no. Pero tampoco me resultan insoportables todos. Hay algunas humanas que me gustan bastante.
En cuanto al vídeo, tú qué eres, ¿el que hace el indio?
😉
hola,
impresionante, cuidada, detallista y exquisita entrada, venga ese chapter II, lo de la sana envidia me lo callo pq con ese biruji que tan bien cuentas se me obvian las ganas de tener ganas, ¿estaba bueno el bocata de tortilla?
mostro 😉
blus
Yo os agradezco tanto epíteto rimbombante, pero esto no es ni admirable, ni impresionante, ni nada que se le parezca.
Cientos de personas en Madrid recorren la sierra cada fin de semana con inquietudes muy similares a las mías. Ya he dicho en alguna ocasión que es muy común cruzarse con montañeros solos (y siempre hombres). Tampoco soy tan raro como dice Locomotoro por buscar esa soledad durante un rato.
¿ranita endemica? 7 de 10 clases de anfibios del parque estan en peligro pero ninguno endemico, si te oyera el pobre pepe hernando y te contara su historia quiza no te pareceria tan feo el nombre, ah y puedes dar gracias a la estupida mania de prohibir acampar a que tu puedas dormir tranquilamente.
un par de fotos increibles.
nada mas
Precioso. Me ha gustado mucho.
No lo quites
Me parece que lo que dices que es la Hoya de Pepe Hernando no lo es en realidad. La hoya está más abajo, lo que tu crees que es la hoya son solo cinco lagunitas.
Tienes toda la razn. De hecho nunca he estado en la Hoya de Pepe Hernando. Estaba totalmente equivocado desde hace aos. Gracias por hacrmelo ver! 🙂